Esta es una de mis fotografías favoritas. Fue tomada el 2 de agosto, día celebrado en Costa Rica como la festividad de la Virgen de los Ángeles, la patrona del país. La fervorosa devoción del pueblo por la « Negrita » es incomparable; cada año, más de 2 000 000 de personas emprenden un peregrinaje a pie desde sus hogares hasta la Basílica de Cartago.
Según la historia, una figura de piedra de la Virgen María apareció en este mismo lugar a Juana Pereira, una joven mulata que vivía en la Puebla de los Pardos en Cartago, que en aquel tiempo era la capital de la provincia costarricense.
Tomé esta fotografía durante la ceremonia de cambio de vestimenta de la Virgen de los Ángeles, que se celebra cada 2 de agosto y consiste en sustituir la vestimenta de tela de la imagen original. Cientos de personas confeccionan vestidos para la Virgen María y los envían a la Arquidiócesis de Cartago como muestra de gratitud por un favor concedido por la Virgen, o simplemente como una manifestación de su devoción católica.
Mientras tanto, varios miles de personas se congregan en la pequeña plaza frente a la Basílica de los Ángeles para presenciar tanto la misa como la ceremonia del cambio de vestimenta. La misa se realiza en un quiosco ubicado en la plaza, alrededor del cual los organizadores del evento establecen un perímetro de seguridad con barreras metálicas. Como resultado, puede haber más de 10 metros de distancia entre la imagen, los sacerdotes y los fieles. Aquellos de nosotros que obtuvimos permisos de prensa podemos situarnos frente a esta barrera y movernos libremente, mientras que todos los demás deben permanecer detrás por razones de seguridad.
A pesar de las estrictas medidas de seguridad, este pequeño perro parecía totalmente despreocupado por el protocolo, la policía, las barreras o la seguridad privada del evento. Posiblemente acostumbrado a deambular por los alrededores de la Basílica de los Ángeles entre la multitud—y a disfrutar de los excesos alimenticios recibidos durante el peregrinaje—no encontró mejor lugar ni mejor sombra que justo debajo del sacerdote y la Virgen de los Ángeles, dejando escapar una enorme sonrisa canina de alegría y satisfacción al descubrir la sombra más fresca de toda la plaza.