Flores, infancia y el Mercado Central de Costa Rica

Creo que todos tenemos nuestras propias historias sobre los mercados—esos lugares místicos, mágicos y laberínticos. Son espacios donde todo existe en un caos sistemático, una manifestación humana de la lucha entre el orden, la entropía y el comercio.

Cuando era niño, el Mercado Central de Costa Rica me parecía complicado y bullicioso; no era mi lugar favorito en San José. Pensaba que si me perdía allí, nunca podría encontrar la salida… Solo íbamos ocasionalmente, no muy seguido. Recuerdo especialmente los viajes en diciembre para comprar hojas de plátano y maíz para los tamales de fin de año.

Con el tiempo y la edad, aprendí a apreciar el mercado y comencé a recorrer sus pasillos laberínticos, siguiendo, como el hilo dorado de Teseo, el aroma del café de aquel pequeño puesto que tanto me gusta.

De vez en cuando, cuando quiero recalibrar mis habilidades con la cámara o mostrar el lugar a un extranjero, me dirijo al Mercado Central. En una de esas salidas, en la esquina de la tienda de flores, tomé la foto de esta pequeña en la sección de flores.»_