Vivir en Centroamérica significa que las noticias sobre huracanes que se acercan a tierra son algo esperado cada año. La mayoría de las veces, Costa Rica se libra de golpes directos. Sin embargo, en los últimos años, más y más huracanes han llegado cada vez más cerca.

En 2016, el huracán Otto golpeó Costa Rica y Nicaragua, en lo que fue uno de los mayores desastres naturales que recuerdo. Después de ver la devastación que causó, sentí la necesidad de ir y ayudar.

Los cantones de Upala, Los Chiles y Guatuso fueron los más afectados por las lluvias. Diez personas murieron debido a Otto y muchas familias perdieron casi todas sus pertenencias.

Hablé con un grupo de amigos y logramos reunir varias bolsas de alimentos y artículos esenciales en medio día. Al día siguiente, nos preparamos para viajar aproximadamente 4 horas para ayudar a limpiar las casas.

La experiencia fue surrealista. La carretera y el sentimiento de desolación eran algo que nunca había experimentado antes, y espero no tener que hacerlo de nuevo. Llegamos alrededor de las 7:00 a. m.; el cielo estaba cubierto por nubes grises muy gruesas y uniformes. Recuerdo que la cantidad de luz no cambió a lo largo del día.

Era como si el tiempo se hubiera detenido; todas las horas del día parecían iguales.

Cuando llegamos, la gente ya estaba limpiando las casas. Todas sus pertenencias estaban en la calle, cubiertas de lodo. Algunas casas tenían al menos 30 cm (o más) de lodo muy espeso.