Ayer, 15 de septiembre de 2025, Costa Rica celebró 204 años de vida independiente. Las calles se llenaron de faroles, bandas estudiantiles y trajes típicos. Pero más allá del colorido y las tradiciones, esta fecha nos invita a reflexionar sobre un capítulo fundamental en la historia centroamericana: la independencia de la Capitanía General de Guatemala y el nacimiento de las naciones libres del istmo, entre ellas, Costa Rica.
¿Qué era la Capitanía General de Guatemala?
Antes de ser países independientes, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica formaban parte de una unidad administrativa del Imperio Español conocida como la Capitanía General de Guatemala. Esta entidad, establecida formalmente en el siglo XVI, era parte del Virreinato de la Nueva España, pero con una relativa autonomía. Su capital estaba en la ciudad de Santiago de Guatemala (hoy Ciudad de Guatemala), desde donde se ejercía el gobierno político, militar y religioso sobre las provincias centroamericanas.
Durante más de tres siglos, estas tierras fueron moldeadas por la dominación española: se implantó el idioma, se explotaron los recursos naturales, se impuso la religión católica, y se consolidó una estructura social jerárquica y desigual. Pero también florecieron resistencias, redes de comercio interno, y una identidad mestiza que sería clave para el proceso de emancipación.
La Independencia de Centroamérica: 15 de septiembre de 1821
A comienzos del siglo XIX, la crisis del Imperio Español, golpeado por las guerras napoleónicas y los movimientos independentistas en América del Sur, llegó también a Centroamérica. Los criollos —descendientes de españoles nacidos en América— comenzaron a exigir mayores libertades económicas y políticas.
El 15 de septiembre de 1821, presionados por la incertidumbre regional, los representantes de la Capitanía General firmaron el Acta de Independencia de América Central en la ciudad de Guatemala. El documento fue redactado con cautela: proclamaba la independencia de España, pero recomendaba mantener el orden y consultar a las provincias si deseaban unirse al Imperio Mexicano de Iturbide.
En Costa Rica, esta noticia llegó semanas después, debido a la distancia y las condiciones del camino entre Guatemala y Cartago. No fue hasta el 13 de octubre de 1821 que se leyó públicamente el acta en suelo costarricense.
¿Una independencia sin guerra?
A diferencia de otros países de América Latina, la independencia centroamericana fue mayormente pacífica. No hubo una guerra cruenta contra el ejército español en estas tierras. En parte, esto se debió a la debilidad del control imperial en la región, y a los intereses comunes de las élites locales, que prefirieron un cambio de estatus sin derramamiento de sangre.
Sin embargo, eso no significó ausencia de conflictos. En los años siguientes, Centroamérica viviría luchas internas, intentos de reunificación, disputas ideológicas entre republicanos y monárquicos, y guerras civiles. Costa Rica también enfrentó tensiones internas, como la Guerra de Ochomogo en 1823, entre republicanos de San José y Alajuela y monárquicos de Cartago y Heredia.
La construcción del Estado costarricense
Tras múltiples ensayos políticos, Costa Rica se consolidó como una república independiente en 1838, cuando se separó definitivamente de la Federación Centroamericana. Desde entonces, ha desarrollado un camino propio, apostando por la paz, la educación y la democracia, aunque no exento de desafíos.
Hoy, al cumplir 204 años desde aquella firma en Guatemala, Costa Rica celebra no solo su independencia, sino también su capacidad de reinventarse como nación, de mantener su vocación democrática y su compromiso con los derechos humanos y el ambiente.