Miles de costarricenses y turistas vieron sus planes de viaje interrumpidos abruptamente este miércoles 24 de septiembre, cuando una falla técnica sin precedentes obligó a las autoridades a cerrar por completo el espacio aéreo del país. Si tenías un vuelo programado o esperabas a alguien, aquí te contamos los detalles de una mañana caótica que paralizó los cielos de Costa Rica.

Una Falla Inesperada en la Madrugada

Todo comenzó en la madrugada del miércoles. La Dirección General de Aviación Civil (DGAC) emitió una alerta tras detectar una falla crítica en el sistema de radar primario, el corazón tecnológico que permite a los controladores aéreos monitorear y guiar a las aeronaves de forma segura.

Por razones de seguridad, se tomó la drástica decisión de suspender todas las operaciones de llegada y salida en los dos aeropuertos internacionales más importantes del país: el Juan Santamaría (SJO) en Alajuela y el Daniel Oduber Quirós (LIR) en Liberia. Esto significó que ningún avión podía despegar o aterrizar en territorio costarricense.

El Impacto Humano: Viajeros Varados e Incertidumbre

Para la gente, el impacto fue inmediato y estresante. Las terminales aéreas, que a esas horas comenzaban a llenarse, se convirtieron en un mar de confusión. Cientos de pasajeros, con maletas en mano y la ilusión de empezar unas vacaciones o un viaje de negocios, se encontraron con la noticia de que sus vuelos estaban cancelados o indefinidamente retrasados.

Vuelos que ya venían en camino hacia Costa Rica fueron desviados a países vecinos como Panamá y El Salvador, dejando a familias esperando en la zona de llegadas sin saber qué ocurría. Las filas frente a los mostradores de las aerolíneas crecieron rápidamente, con viajeros buscando desesperadamente una respuesta o una solución.

«Teníamos meses planeando este viaje familiar. Llegamos al aeropuerto a las 4 a.m. y todo era un caos. Nadie sabía decirnos qué pasaba», comentó una pasajera afectada en el Juan Santamaría a un medio local.

La Solución y el Regreso a la Normalidad

Tras horas de intenso trabajo por parte de los equipos técnicos, se logró identificar y solucionar la avería, que según informes preliminares se debió a una falla eléctrica en el sistema del radar.

Cerca de las 10 de la mañana, la DGAC confirmó que el sistema volvía a estar operativo y era seguro reanudar los vuelos. Poco a poco, el espacio aéreo se reabrió y las operaciones comenzaron a normalizarse. Sin embargo, el efecto dominó de las cancelaciones y reprogramaciones se seguirá sintiendo durante varios días.

Las autoridades han iniciado una investigación para esclarecer las causas exactas del fallo y asegurar que no vuelva a ocurrir. Este evento deja una lección importante sobre la vulnerabilidad de nuestra infraestructura crítica y nos recuerda el trabajo crucial, aunque a menudo invisible, de quienes mantienen nuestros cielos seguros.