El pasado 15 de septiembre de 2025, mientras Costa Rica celebraba su 204º aniversario de independencia, uno de los monumentos naturales más reconocidos del mundo se tiñó con los colores patrios. Las imponentes Cataratas del Niágara, ubicadas entre Canadá y Estados Unidos, brillaron en azul, blanco y rojo, como homenaje al pueblo costarricense.

Esta iniciativa fue organizada por la Embajada de Costa Rica en Canadá y representa un gesto diplomático y simbólico de profunda relevancia. La iluminación se realizó al anochecer, con los colores de la bandera nacional reflejándose sobre el agua y la bruma de las cataratas, en un espectáculo que fue visible tanto desde el lado canadiense como estadounidense. El acto fue parte del programa internacional de iluminaciones especiales que realiza la administración de Niágara para conmemorar fechas importantes de diversos países del mundo.

Las Cataratas del Niágara no sólo son una maravilla natural que atrae a millones de visitantes al año, sino también un espacio donde convergen la diplomacia cultural y el reconocimiento simbólico entre naciones. Ver los colores de Costa Rica ondeando en un lugar tan emblemático no solo refuerza los vínculos entre ambos países, sino que también proyecta la imagen del país más allá de sus fronteras.

Este tipo de gestos generan un fuerte sentido de pertenencia, especialmente para los costarricenses que residen en el extranjero. La representación de los símbolos nacionales en espacios internacionales fortalece la identidad colectiva y ofrece una forma tangible de celebrar la historia patria, incluso lejos del territorio nacional. También permite que personas de otras culturas se acerquen a la historia costarricense, descubran su tradición democrática y su legado de paz.

Más allá de su valor estético, estas iluminaciones permiten pensar en cómo la diplomacia contemporánea se construye también con símbolos. Iluminar un monumento natural con los colores de una nación es una forma de decir “aquí estamos”, de expresar orgullo, respeto y reconocimiento mutuo. Es, en esencia, una forma moderna de construir puentes entre culturas.

La independencia de Costa Rica, firmada en 1821 como parte de la emancipación de la Capitanía General de Guatemala, sigue viva no solo en las aulas y actos cívicos, sino también en estas manifestaciones internacionales que reafirman la soberanía, la historia y la identidad de un país pequeño en territorio, pero grande en visión y valores.

Este 204º aniversario, las cataratas más famosas del hemisferio norte hablaron en los colores de la patria costarricense. Un momento de luz, de memoria y de conexión entre pueblos que comparten el respeto por la libertad, la paz y la autodeterminación.